El desafío Starbucks

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El desafío Starbucks. Cómo Starbucks luchó por su vida sin perder su alma.

El libro se centra en la restructura de la empresa durante la crisis hipotecaria en Estados Unidos. Pero nada aburrido el libro, comienza más o  menos así:

“7 de Septiembre de 1982, esta es una fecha especial para mí, empecé a trabajar en el primer establecimiento Starbucks. Me mude a Seattle con mi esposa Sheri tras aceptar el puesto de director de marketing de una pequeña compañía cafetera llamada Starbucks”
Howard Schultz, antes de ser el “dueño” de Starbucks, narra como fueron los primeros días. Comenzó siendo empleado cuando apenas eran unas cuantas tiendas que vendía granos molidos de café.

Durante un viaje a Italia, visitó varias cafeterías donde se sirve en taza café liquido. A su regreso, se lleva consigo la idea para presentarla a sus jefes. El negocio de aquel entonces, es vender el café molido. No hacer bebidas.

Poco tiempo después, abandona la compañía para poner su primera cafetería “il Giornale”, abre una segunda y luego una tercera.  “En 1987, me encontré en la disposición de comprar los 6 establecimientos que poseía la persona que me contrató. La disposición la tenía, el dinero no.”

Después de comprar la empresa, inicia una expansión vertiginosa, viene la oferta pública (cotizar en la bolsa), deja el cargo y pasa a ser presidente honorario. Entonces…. una serie de cambios que no le gustan. Es decir, cada día se abren de 2 a 3 nuevos establecimientos, pero el crecimiento trae problemas. La entrega de los insumos, el personal, el mobiliario para la cafetería.

Una vez, entra a un cafetería Starbucks y huele mucho a queso fundido, ¿y el aroma a café?, otro día entra a otra ¿qué son todos esos peluches?. El gerente le dice “Esos adorables ojones felpudos se venden muy bien, además, dejan un estupendo margen de ganancia”

Y una y otra vez se pregunta, “¿y el café?”
Regresa a tomar el mando justo al inicio de la crisis económica. El valor de las acciones cae, los ingresos caen. Recuerda, tomarse un café es un gasto discrecional. O sea, no es necesario.

Recuerdo una anécdota, donde trata sobre el cierre de cientos de establecimientos.
“Es una carga emocional, si hubiera otra manera. Hay establecimientos que no generan los ingresos suficientes para tener ganancias.”
Cierto día, estaba en una que va a ser cerrada, una anciana al reconocer al dueño le dice “Tengo una nieta, se ha enterado del cierre y me dijo: Dile que no la cierre, ahí voy con mis amigas, dile que no lo haga, aunque tengas que ponerte de rodillas”  Acto seguida, la abuelita inclina una pierna y le dice: Por favor, no cierre nuestra cafetería.

Howard le promete revisar personalmente la situación de esa cafetería.

Voy a mencionar otro suceso que recuerdo. Durante un viaje a Ruanda (allá en África), el guía le va explicando lo que hacen en el lugar, plantíos de café cuya cosecha la empresa comprará. Cientos de familia con parcelas pequeñas, etc, etc.

Durante un descanso, le preguntan a una mujer “¿Cuál es su meta, que te gustaría que hiciéramos por ti?”
“Una vaca, me gustaría tener una vaca. Por que podría dar leche a mis hijos”

Esta historia la cuenta en las oficinas durante una reunión y un partner ( a los empleados les llaman así) levanta la mano y dice: Me gustaría cooperar para comprarle la vaca a esa mujer.

Lo que me gusta de leer, es que tienes la oportunidad de conocer como piensan y actúan los grandes. Howard ahora puede contar con más de 3 mil Starbucks, pero todo tiene un principio. Las ideas que puedes ver en acción y que moldean tus pensamientos. Eso, es lo que más aprecio de buenos libros.

Ya recuerdo, no tiene mucho que en la tienda Chedraui tuve la oportunidad de comprarme unas botellitas de café Starbucks. En el libro menciona al final, que estaban buscando experimentar con nuevos canales de ventas, entre esas ideas…. el café liquido envasado y listo para tomar.